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#10. El Covid19 por el aire y la eficiencia del tapabocas

21 diciembre, 2021
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Ya nos empiezan a parecer rutinarias, comunes y “normales” los tapabocas en todo el mundo desde el 2020 cuando el SARS-CoV-2, virus causante del Covid19, llego como invitado no deseado. Al principio de la pandemia, recuerdo una gran polémica sobre si efectivamente existía un virus y si de verdad era “tan letal” y si en realidad los tapabocas podían contenerlo o ser efectivos.

Ya sabemos que el virus realmente existe, conocemos su genoma y los genomas de las variantes emergentes y hemos logrado un mejor entendimiento de la epidemiología de este virus, sin embargo, aún es muy limitada y poco conocida la información sobre la eficacia del tapabocas.

Este es un resumen, de lo que sabemos hasta ahora, sobre cómo se transmite el virus a través del aire y la eficiencia de los tapabocas para contener no solo el SARS-CoV-2 sino cualquier otro tipo de virus, especialmente aquellos que afectan el sistema respiratorio.

Un poco de contexto

El aire que sale de nuestro cuerpo, ya sea por respiración, al hablar, toser o estornudar tanto por la boca como por la nariz, esta cargado de fluido respiratorio que se desprende de nuestros órganos respiratorios (pulmones, bronquios, garganta, fosas nasales, etc) por la fuerza mecánica del aire con las membranas de nuestros tejidos. Estas fuerzas forman gotas diminutas, invisibles que se disipan en el aire.

Algunas actividades enérgicas como cantar y toser generan no solo una mayor cantidad de gotitas sino también una mayor velocidad y volumen de dispersión de esas gotas en el ambiente. Estornudar, una actividad inmunológicamente brusca y mecánica para expulsar material foráneo lo hará con mayor volumen y velocidad, generando mayor área de dispersión.

La mayoría de esas gotas diminutas tienen menos de 5 micrones (un micrón es una milésima de milímetro) y les llamamos aerosoles. Cualquier cosa mas grande se llamará gota y por su masa tienden a caer mucho más rápido que los aerosoles que, por el contrario, son capaces de mantenerse hasta horas en suspensión según la calidad del aire (temperatura, presión, humedad, etc).

En el ultimo año y medio, desde la pandemia, el virus de SARS-CoV-2 se ha detectado en diversas fuentes de aire entre las cuales se destacan por obvias razones el aire en los hospitales. En recientes estudios de aire exhalado donde se analiza con pruebas de PCR la detección del ARN viral, se encontraron copias de ARN viral que van desde las 10 hasta las 100mil copias por metro cubico de aire.

Los infectados: la mayor fuente

Los estudios epidemiológicos han demostrado que la carga viral es independiente a la sintomatología de la enfermedad, es decir, cargas virales bajas pueden verse en personas asintomáticas como en personas criticas. De igual forma, existen asintomáticos y pacientes en UCI con alta carga viral.

Asi las cosas, es fácil entender que en cada partícula de aerosol de un micrón pueden haber algunas pocas copias del virus (decenas), pero en gotas de 100 micrones, perfectamente podrían haber miles de copias del virus. De esta forma, cualquier respiro, palabra o estornudo podría contener entre miles a millones de aerosoles y gotas de diversos tamaños.

Por física, sabemos que una vez las gotas salen del cuerpo (calientes) se exponen al aire seco del ambiente y el fluido se evaporará con mayor rapidez de las gotas mas grandes y las convertirá en aerosoles. La cantidad de virus permanece igual, pero ahora mas concentradas en aerosoles mas pequeños y livianos que a su vez. Esto significa un mayor tiempo de suspensión en el aire (por varias horas) y representa un alto riesgo de infección.

El riesgo de los ambientes interiores

Sabemos que en una habitación determinada la cantidad de virus que una persona inhala es directamente proporcional a la cantidad de virus que una persona infectada emite al aire. En términos simples, cuanto más virus se exhale en una habitación, más personas en la habitación lo inhalarán.

Ahora bien, el verdadero riesgo de infección reside en muchas variables como por ejemplo: 1) la carga viral del enfermo, entre mayor carga viral más partículas se desprenderán del tejido. 2) la proximidad de la persona expuesta al paciente enfermo. Tanto en distancia como en tiempo el riesgo será proporcional si el tiempo es mayor y la distancia menor. 3) El tamaño y la circulación de aire en el espacio. Un ambiente pequeño y con baja ventilación o circulación del mismo aire aumenta significativamente el riesgo.

Sabiendo que en cada exhalación se emiten partículas al ambiente, un ambiente cerrado solo ira acumulando de manera aditiva las partículas virales. Si combinamos al menos los 3 factores descritos anteriormente, sin lugar a dudas entrará en contacto con el virus, lo respirará y con alta probabilidad podrá quedar infectado.

Tapabocas en ambientes cerrados
Usar tapabocas en ambientes cerrados ayuda a prevenir infecciones

¡Los tapabocas SI sirven!

Es extremadamente difícil poder medir o cuantificar con precisión la eficiencia de los tapabocas en la población ya que hay muchas variables a considerar como la carga viral, los flujos de aire en un ambiente, los materiales texturas y porosidades de los tapabocas entre muchas otras o la fuerza con la que las personas hablan, cantan, gritan, tosen o estornudan además del tiempo que pasan en esa actividad.

El correcto uso del tapaboca tiene un impacto proporcional a la carga viral de la persona infectada. Si la carga viral es baja quizás no es suficiente para infectar a otros y el tapabocas solo disminuiría poco esa baja probabilidad. Por el contrario. Si la carga viral es alta, la retención de partículas aerosoles podría ser mucho mayor con tapabocas estándar (>50%) y con los de tipo N95 (>70%). Si agregado a eso tanto el infectado como el visitante usan tapabocas podría ser mucho más efectiva la protección.

De esta forma, aunque sea difícil de cuantificar, cualquier gota o aerosol retenido por el tapabocas es ganancia y prevención de la infección y por ende de la distribución del virus en la población. Es por ello que el correcto uso del tapabocas, la vacunación, el distanciamiento social y la buena y frecuente higiene son herramientas fundamentales para controlar la infección.

Ahora que se descubren y surgen nuevas variantes el uso de estas estrategias preventivas tiene mayor relevancia y menos se debe bajar la guardia ya que en la medida que las olas de infección multiplique por billones las copias virales aumenta también la probabilidad de nuevas variantes que puedan ser mas virulentas.

Pablo A. Ortíz P. es doctor en Biología Molecular, postdoctor en Bioinformática e Investigador en la Fundación InnovaGen.

Certificación

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